Publicado: 21 de julio de 2023
El 12 de julio se realizó el conversatorio virtual «La Afrodescendencia en agenda. Hacia una Universidad Antirracista», con la participación de investigadoras de la Universidad de la República (Udelar) en el área de los estudios afrouruguayos y afrolatinoamericanos. La actividad fue organizada por la Comisión Abierta de Equidad y Género (CAEG) y el Colectivo de Estudios Afrolatinoamericanos, en coordinación con el Prorrectorado de Gestión (PRG) de la Udelar.
Lourdes Martínez, integrante del Colectivo de Estudios Afrolatinoamericanos, fue la moderadora del evento. Explicó que este conversatorio se realizó en el marco de la conmemoración del 25 de julio por el Día Internacional de las mujeres afrolatinas, afrocaribeñas y de la diáspora. También en relación con la implementación del Modelo de calidad con equidad de género de la CAEG y con el objetivo de «avanzar en políticas de igualdad integrales e integradoras que contribuyan a la transformación sociocultural, a combatir las diversas formas de desigualdad y exclusión y procurar el desarrollo de una cultura Universitaria orientada a la equidad».
Por su parte el prorrector de Gestión, Luis Leopold, destacó la importancia de contribuir al fortalecimiento y enriquecimiento de la agenda de la afrodescendencia en la Udelar. Si bien varios colectivos universitarios vienen trabajando desde hace tiempo sobre estos temas, no eran considerados como prioritarios en el PRG, explicó. Por iniciativa de Becky Vázquez, pasante de la Licenciatura en Relaciones Laborales en este Prorrectorado, se impulsó un intercambio con el Colectivo de Estudios Afrolatinoamericanos con el fin de avanzar sobre la temática étnico racial «con una perspectiva de derechos, igualdad y equidad», señaló Leopold. Este conversatorio, organizado en conexión con la CAEG, es una acción más «para hacer posible, y sobre todo encarnado en la institucionalidad, que la Udelar pueda constituirse con todo compromiso en decir claramente que somos una universidad antirracista», expresó.
Números para visibilizar
La primera exposición estuvo a cargo de Eugenia Silva, psicóloga e integrante de la Red temática de estudios afrodescendientes de Uruguay. Silva presentó datos estadísticos de la población afrouruguaya extraídos del Censo Nacional de 2011 y de otras fuentes como la encuesta continua de hogares y el informe del plan nacional de equidad racial de 2019. El Censo de 2011 fue el primero en incluir la variable étnico racial y esto «posibilitó la visibilidad estadística que fue negada por mucho tiempo a la población afrouruguaya», señaló. En ese relevamiento, el 8,1 % de la población se autoidentificó como afrodescendiente y entre estas personas, seis de cada diez reconocían la ascendencia afro como la principal, indicó Silva. Entre 2016 y 2018 la población afrodescendiente en Uruguay osciló entre 10 y 11%, agregó.
En los estudios disponibles, los datos reflejaron «altos niveles de desigualdad social padecidos como consecuencia del racismo estructural»: la población afro duplica los niveles generales de pobreza y triplica los de indigencia, informó, y esta situación se agudiza en niños, niñas y adolescentes ya que mitad se encuentra por debajo de la línea de pobreza.
Las personas afro desempeñan ocupaciones de baja calificación y productividad, «lo que refleja una menor movilidad social», observó Silva. Por otra parte, entre los hogares con niños, niñas y adolescentes afrodescendientes existe una mayor proporción de mujeres jefas de hogar (51%) respecto de los hogares con menores no afrodescendientes, donde esta situación se da en un 42% de los casos.
En el territorio nacional los departamentos con mayor proporción de afrodescendientes son los del norte del país. Se destacan Artigas y Rivera con un porcentaje de personas afro cercano al 17%. Silva advirtió que estos son departamentos donde se registran altos índices de necesidades básicas insatisfechas. Con un porcentaje de población afro cercano al 11% le sigue Cerro Largo, luego Tacuarembó y Salto con 9,9%, y Montevideo, con 9%. La población afro reside mayoritariamente en zonas periféricas de las ciudades, agregó Silva. Además, la distribución poblacional de la población afro muestra una estructura con una proporción de jóvenes de 12 a 29 años de 30%, mucho mayor que la de la población no afro (26,6%), «este es un dato importante para problematizar la realidad de niños, niñas y adolescentes en vínculo con la educación», indicó Silva.
En segundo lugar, Silva expuso sobre la situación de la población afrodescendiente respecto a la educación formal. En este ámbito se pueden constatar «significativas desigualdades», afirmó, ya que la población afro se vincula con tasas de repetición más elevadas, menor asistencia a los centros educativos y bajo porcentaje de jóvenes que cursan estudios terciarios. Mientras que las personas afro acumulan un promedio de 6,9 años de educación formal, la población no afro cuenta con un promedio de 8,4 años, señaló. Dos de cada cinco afrodescendientes de 15 a 17 años de edad no asisten a ningún centro educativo y entre quienes asisten, uno de cada tres ha repetido al menos dos años lectivos. En esta franja etaria en la población no afro, uno de cada cuatro no asiste a un centro educativo y uno de cada seis tiene años lectivos repetidos. Agregó que «los jóvenes afrodescendientes entre 18 y 24 años en Uruguay están en la situación más desigual de América Latina», ya que en nuestro país esta población presenta un 16,9% de escolarización, menos que la mitad de la escolarización de los jóvenes no afro, puntualizó.
Silva presentó datos del estudio «Convivencia y Discriminación en Educación Media en Uruguay», que se realizó en 2019 en centros educativos públicos y privados y relevó entre casi 1000 jóvenes las vivencias sobre la discriminación étnico racial. Señaló que «el sistema educativo es el espacio privilegiado para llevar a cabo transformaciones sociales y para evitar el racismo y su reproducción, pero a su vez es el espacio donde se generan las primeras experiencias de discriminación social en este sentido». En cumplimiento de la ley 19.122, se han llevado adelante iniciativas para capacitar a los colectivos de trabajadores de los centros y organismos educativos en el área de los derechos humanos y la lucha contra el racismo, agregó.
En cuanto a la población universitaria, Silva señaló que en 2012 se realizó el primer censo estudiantil en la Udelar que relevó datos sobre la dimensión étnico racial: 2,1% de los estudiantes se autoidentificó como afrodescendiente, mientras que en ese momento el porcentaje de afrodescendientes en la población residente en Uruguay entre 18 y 24 años alcanzaba al 5,2%. También precisó que los departamentos del norte del país como Artigas y Cerro Largo, con concentraciones mayores de afrodescendientes, se encuentran alejados de los centros universitarios con mayor oferta de enseñanza. En 2022, 5,5% de la población estudiantil de la Udelar se autoidentificó como afrodescendiente. Para finalizar observó que los datos referentes a la población universitaria «reflejan nuevamente una sub representación de la población uruguaya en la enseñanza, investigación y extensión en nuestro país»
Identificar, nombrar y afrocentrar la educación
Fernanda Olivar, antropóloga social, asistente del Centro de Estudios Interdisciplinarios Feministas e integrante del Colectivo de Estudios Afrolatinoamericanos de la Udelar, en su exposición propuso cómo pensar la Universidad desde un enfoque étnico-racial. Señaló que si bien, la Udelar es una institución educativa que en su historia ha sido popular y que a pesar de «las tribulaciones históricas se ha mantenido plural y comprometida con los principales debates sociales, ha visto dificultades en implementar en su interior algunos de los cambios que acompañan». En esta línea, hizo referencia a cuánto se demoró en dar respuesta a algunas necesidades institucionales como la implementación de las salas de lactancia, la accesibilidad o los baños inclusivos, por ejemplo. Asimismo, entiende que a pesar de la integralidad de las funciones de la Udelar y de «ser hija de la Reforma de Córdoba», aún «no ha logrado incorporar a la comunidad afrodescendiente a sus historias, a sus demandas, a sus reclamos, a sus necesidades, a sus deseos e inquietudes y a los saberes y conocimientos que esta comunidad trae».
Es por eso que la docente invita a pensar en la ausencia física que existe de la población afrodescendiente dentro del ámbito universitario y entiende que es una consecuencia de una manifestación de racismo que se ha desarrollado bajo la naturalización de las desigualdades sociales y muy especialmente de los efectos del racismo estructural. Olivar explicó que desde el Colectivo de Estudios Latinoamericanos trabajan desde la máxima de «afrocentrar la educación» y para esto una de las primeras acciones que tomaron fue traer a las discusiones los contenidos y a los programas a los autores y autoras afrodescendientes con una pluralidad de pensamientos».
Considera que el combate al racismo implica necesariamente incorporar una mirada de género y de clase con la mirada racial y por eso destaca el legado intelectual del feminismo a raíz del feminismo negro. En este marco, señala la premisa de porqué la Universidad debería pensarse en términos interseccionales y por eso remarca que la Universidad de la República es de todos y todas. Indica que para que realmente sea percibida así por sus integrantes es necesario fortalecer este trabajo que ha venido desarrollando en la incorporación de la perspectiva de género en su institucionalización porque a partir de «este arduo trabajo se ha logrado también identificar lógicas instituidas fuertemente atravesadas por binarismos e invisibilizaciones materiales simbólicas que llevan a estas ausencias y estas reproducciones de la desigualdad en su interior». Por tanto, asegura que también es prioridad «bregar por el reconocimiento de las distintas identidades que habitamos el espacio universitario y ser garantes del ejercicio de los derechos para que nadie quede fuera».
También considera que a través del cogobierno «lugar relevante para dar discusiones respecto a las nociones de universalidad de equidad y no discriminación» se pueden generar compromisos políticos y sociales porque la Universidad se ha declarado defensora de los derechos humanos. Por eso cree que «el compromiso debe reflejarse en el diseño de las políticas a su interior y que esas políticas deberían tensionar el universalismo y comprender la importancia y la urgencia de reconocer el rezago histórico con el que algunas poblaciones como la afrodescendiente ha llegado a la Universidad de la República por tener que lidiar históricamente con estructuras adversas». En este marco, subraya la urgente necesidad de que se cumpla lo establecido en la ley 19.122 del año 2013.
Afirmó que Uruguay no está exento de ser un escenario para manifestaciones de racismo y por eso también es importante reforzar la idea de contemporaneidad de esta población. Porque si «sabemos que el racismo existe y logramos identificarlo y nombrarlo en episodios que nos llegan a veces de forma foránea», se pregunta «¿Por qué nos cuesta tanto asumir que existe? ¿Por qué nos cuesta tanto identificarlo? ¿Por qué nos cuesta tanto nombrarlo cuando pasa dentro de nuestras fronteras, de nuestras casas o de nuestras aulas?». Señaló que quienes trabajan en el desarrollo una línea de investigación basada en los estudios afro-diaspóricos, como el Colectivo del que forma parte, han subrayado la importancia de pensar en los contextos sociales y locales para comprender los procesos de formación de los estados nacionales de sus instituciones y por tanto, los procesos de racialización. Es decir, cómo la raza -en tanto marcador social- ordena, clasifica y jerarquiza las relaciones sociales y cómo se asienta en la cultura nacional: «es uno de los primeros desafíos que tenemos a nivel Udelar», apuntó. Considera que tener una clara opción de raza y lo que implica para la vida social, va a abonar el camino para avanzar hacia la reparación porque «una vez que asumamos su existencia y logremos identificarlo y nombrarlo dentro de nuestras fronteras, en nuestras casas y en nuestras aulas, podremos entonces dimensionar cuán implicado está el racismo en otras dimensiones sociales que suelen verse como aparte o en forma paralela cuando en realidad son elementos indisociables de la experiencia humana en la modernidad», aseguró. Comentó que en la ley 19.580 sobre la violencia hacia las mujeres basada en género, se incorpora la perspectiva étnico-racial y se explícita por primera vez al racismo como una forma de violencia.
Asimismo, considera importante que para lograr conocer y comprender las dinámicas y las manifestaciones de las desigualdades entre estudiantes, docentes y funcionariado de la Udelar, es preciso que los datos sean relevados con un criterio común en su formulación y aplicación que no universalice sino que amplié y complejice la mirada. Además, indicó que la Universidad tiene el desafío de bregar por el cumplimiento y la reglamentación de la normativa nacional para llevar adelante esas acciones afirmativas vigentes porque de eso va a depender la formulación de políticas y otras medidas institucionales para generar igualdad y equidad. Por último, alentó a que la Universidad pueda incorporar estos temas en sus mallas curriculares y en el desarrollo de los espacios a nivel de enseñanza e investigación y así incentivar la generación de espacios formativos que integren estos contenidos en conexión con el devenir social.
Fuente: www.udelar.edu.uy